Por Gabriela Cantú
El debate que históricamente ha existido entre la formación empírica y la formal, tiene diversos matices y, por supuesto, quienes apoyan una u otra postura. Si bien es cierto que la popular frase: “la práctica hace al maestro” en muchos contextos pudiera ser adecuada, no lo es en un mundo laboral cada vez más complejo, globalizado y exigente. La práctica y experiencia son indispensables, pero no suficientes.
La preparación formal abre un abanico de posibilidades y genera oportunidades que difícilmente se podrían acceder sin una estructurada organización de conocimientos. Mediante la instrucción académica se fortalecen habilidades distintas a las desarrolladas mediante la experiencia. Más allá de memorización de teorías científicas, se pretende promover habilidades esenciales para un sólido crecimiento profesional. No solo se está preparando para un empleo, se está preparando para enfrentar retos que, con bases firmes, se podrían encarar tomando decisiones adecuadas, pero sobre todo informadas. Ante los desafíos modernos, la innovación, el pensamiento crítico y la adaptabilidad son habilidades indispensables que deben acompañar a la experiencia y a la teoría.
La experiencia laboral contribuye significativamente en la operación diaria en las empresas, sin embargo, cuando va acompañada de programas de especialización, diplomados, certificaciones e incluso, con formación profesional; se complementa la práctica con conocimientos teóricos, mejorando así, sin duda, los resultados. Cuántas veces hemos escuchado, o inclusive expresado, “siempre se ha hecho así” porque a “alguien” en “algún” momento se le ocurrió que era la mejor manera de hacer determinada actividad o proceso. Puede ser que se esté en lo correcto, pero no lo sabremos si no se parte de una base crítica y fundamentada. La práctica enriquece enormemente el quehacer cotidiano, pero la educación estructurada es el pilar en el cual la experiencia podrá crecer con propósito.
El crecimiento de económico de un país está íntimamente ligado con una oferta de mano de obra de calidad, elemento que indispensable para la atracción de inversión. En México contamos con nutrida mano de obra y cada año, miles de jóvenes se incorporan al mercado laboral. Desafortunadamente, en muchos casos, esta mano de obra no está calificada de acuerdo con los requerimientos internacionales. Es frecuente encontrarnos con cierta resistencia a la formación en la etapa adulta, pues erróneamente nos han hecho creer que ya no es necesaria. Aunque la experiencia aporta valiosos elementos, en muchas ocasiones éstos son limitados pues carecen de organización, sistematización y actualización, y en especial, de replicabilidad. Es por ello, que la educación formal en adultos se convierte en una herramienta de transformación y, a su vez, en una oportunidad de crecimiento laboral.
Partiendo de la premisa de que existen diferentes formas de aprender, no debemos de perder de vista, que la educación para adultos deberá considerar las experiencias propias y enfocarse a desarrollar aprendizajes significativos mediante el estudio de casos, actividades colaborativas y contextualizadas a la realidad de cada individuo. De ninguna manera se deberá pretender que se inicia desde cero, sino a partir de los conocimientos construidos a través de los años. También es importante resaltar que el papel que juegue el aprendiz será determinante en el resultado de su formación. La premisa sobre la cual recae el proceso de enseñanza-aprendizaje es que el individuo desee educarse. Así que, para que alguien pueda considerarse educable, tendrá que existir en él, un anhelo por instruirse.
Un súper poder en el siglo XXI es, sin duda, aprender a desaprender, para después reaprender. Esto resulta particularmente interesante para aquellos que consideran que ya dominan un área o proceso porque los años de experiencia los avalan, lo cual es cierto; pero también es cierto que mediante una instrucción adecuada en donde el centro de la interacción sea la práctica, se logre despertar en ellos el interés por el aprendizaje formal para después transformar su acción. Esto sería definitivamente la fórmula de éxito.
Una transformación se da cuando existe pensamiento crítico y cuando el cuestionamiento da a lugar a nuevas formas de pensar y deriva indiscutiblemente en innovación y enfoque. Existen infinidad de vicios y malas prácticas que se originan en experiencias que no necesariamente son las adecuadas. Mediante la instrucción formal, es que se podrían identificar las deficiencias, y transformarlas en mejores resultados. Es primordial que en los centros de trabajo prevalezca el balance entre práctica y experiencia, enriquecidas con fundamentos teóricos. Por lo tanto, el modelo de enseñanza-aprendizaje para el adulto que desempeña determinada función deberá ser, uno basado en conocimientos previos, considerando elementos y constructos que resulten interesantes para ellos. Así se podrá transformar el talento y convertirlo en uno calificado para los desafíos que enfrenta un país como el nuestro. El poder de la educación marca generaciones enteras.
(1) Chockalingam, K., et al. (2022). Human capital at work: The value of experience. McKinsey & Company. https://www.mckinsey.com/capabilities/people-and-organizational-performance/our-insights/human-capital-at-work-the-value-of-)experience
(2) La educación de adultos: un acercamiento desde el aprendizaje transformacional. Recuperado de http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S1990-86442021000100140&script=sci_arttext
(3) Molina, Israel (2023). Mexico Industry. Es todo un reto para el nearshoring la mano de obra calificada. Recuperado de Es todo un reto para el nearshoring la mano de obra calificada
Gabriela Cantú actualmente trabaja como Directora de Administración y Finanzas para TTX México y sus subsidiarias, y cuenta con más de 25 años de experiencia como ejecutiva con especialidad en finanzas, fiscal, laboral y educación especializada en diversos mercados e industrias. Gabriela es Contadora Pública por el ITESM Campus Monterrey (CP’97), cuenta con una Licenciatura en Educación por la Universidad Pedagógica Nacional (LED’08), y cuenta con una Maestría en Educación por el ITESM Campus Monterrey (MEE’13). Es miembra activa de la Chemical Coaters Association International CCAI Capítulo en Español. Gabriela actualmente reside en el área metropolitana de Monterrey, N.L., México.
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