Por Lic. Gabriela Cantú
En el mundo contemporáneo, el papel de las mujeres y su participación en el ambiente laboral ha crecido de manera importante, y en nuestro país esta situación no es la excepción. Según datos del Banco Mundial, en los últimos 30 años, el porcentaje de mujeres de la población económicamente activa en México ha presentado una tendencia ascendente mostrando un crecimiento del 30% en este periodo (1).
De acuerdo con el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM (2024), 1 de cada 3 hogares en el país es encabezado y sostenido por mujeres jefas de familia. Esto quizá en otra región del mundo no sería motivo de análisis, sin embargo, en México la fuerza laboral femenina sigue enfrentando desafíos como trabajo en la informalidad -acercándose a un 40%-, una brecha salarial de 30% ingresos menores a los que recibe un varón en las mismas circunstancias, y condiciones laborales desventajosas (2). Se sabe que la contribución femenina en el mundo laboral es fundamental para el crecimiento de cualquier país. No obstante, el acceso a trabajos con una remuneración justa está fuera del alcance de la mayoría de las mujeres, dado que en muchas ocasiones limitan su entrada al mundo laboral por responsabilidades de cuidado del hogar y/o menores, o por decisión de su pareja.
En el mejor de los casos, algunas mujeres se incorporan al mercado laboral por tener un deseo de superación y crecimiento profesional; en algunos casos, por la necesidad de contribuir al gasto común y, en otros, porque se ven orilladas al ser las responsables de todo el entorno familiar. Solo las mujeres que hemos trabajado fuera de casa, porque todas trabajamos dentro, conocemos en realidad los desafíos que se nos presentan. Sea la razón que fuere, se espera nos convirtamos en una “supermujer”, capaz de hacer malabares entre todas las responsabilidades de trabajo, hogar, maternidad, etc. No faltará quien insinúe su renuncia si no “puede” con lo esperado y deseado. Esta no es más que una posición absurda desde cualquier perspectiva – además de su contribución al PIB- la participación femenina complementa toda actividad empresarial además de ser justicia social.
Es por ello por lo que la creación de organizaciones que promuevan la participación de las mujeres en las empresas es de vital importancia. En adición a los movimientos que usan pañuelos de distintos colores para apoyar alguna causa, que si bien se convierten en la voz de muchas y hacen visible lo que para algunos ni siquiera existe; se debe también apuntalar a entidades que promuevan el bienestar y crecimiento de las mujeres en las instituciones. La colaboración en la conformación de redes que busquen el desarrollo integral femenino en el mundo laboral es tarea de todos, desarrollando así espacios seguros de cooperación e intercambio de ideas y experiencias, talleres de especialización, capacitación y enlaces empresariales. La razón es simple y compleja a la vez. Históricamente hemos enfrentado en silencio pruebas que en la mayoría de los casos son únicas para nuestro género, y se convierten en el punto para fomentar la solidaridad, empoderamiento y enfrentar problemáticas específicas como la violencia de género, barreras de acceso a oportunidades de liderazgo y rezago salarial.
Como ejemplo de lo anterior se puede mencionar que en días recientes se realizó el primer Webinar de Women in Finishing Latinoamérica, organización auspiciada por la Chemical Coaters Association International (CCAI) con base en los Estados Unidos de América. La conferencia titulada “Influencia Sutil: El Arte del Liderazgo” fue la primera actividad de esta iniciativa en Latinoamérica dedicada a fortalecer el papel de las mujeres en la industria de acabados superficiales. Al ser partícipes de estos programas, es que se puede trabajar por objetivos comunes, creando sentido de pertenencia y contribuyendo al crecimiento individual y colectivo al generar cambios en el tejido social hacia una sociedad más justa e inclusiva.
Romper el techo de cristal (3) no es tarea sencilla, pero tampoco inalcanzable. En 200 años de República independiente, el poder ejecutivo en México por primera vez es encabezado por una mujer, nos gobierna una presidenta. Presidenta con “a”, tal como lo dijo la Dra. Sheinbaum en su toma de posesión, siendo la primera, pero esperando no ser la última y utilizando la “a” para visualizar la fuerza femenina. Si bien, los diferentes actores sociales han promovido una mayor participación de la mujer, y como ejemplo se puede mencionar la paridad de género para candidaturas desde el 2014, es preciso que se promuevan proyectos y organizaciones dedicadas a nuestro desarrollo integral. Es hoy, es ahora. ¡Participemos todos para generar cambios duraderos!
(1) Banco Mundial (2023). Recuperado de Población activa, mujeres (% de la población activa total) – Mexico | Data
(2) Olguin L., M. UNAM (2024). Recuperado de Mujeres al frente: 30% de los hogares mexicanos – UNAM Global
(3) “El techo de cristal es un término acuñado desde el campo de la psicología para referirse a las barreras invisibles, difíciles de traspasar, que representan los límites a los que se enfrentan las mujeres en su carrera profesional, no por una carencia de preparación y capacidades, sino por la misma estructura institucional”. INMUJERES. Gobierno de México. (2024) Techo de Cristal – Glosario para en linea
Gabriela Cantú actualmente trabaja como Directora de Administración y Finanzas para TTX México y sus subsidiarias, y cuenta con más de 25 años de experiencia como ejecutiva con especialidad en finanzas, fiscal, laboral y educación especializada en diversos mercados e industrias. Gabriela es Contadora Pública por el ITESM Campus Monterrey (CP’97), cuenta con una Licenciatura en Educación por la Universidad Pedagógica Nacional (LED’08), y cuenta con una Maestría en Educación por el ITESM Campus Monterrey (MEE’13). Es miembra activa de la Chemical Coaters Association International CCAI Capítulo en Español. Gabriela actualmente reside en el área metropolitana de Monterrey, N.L., México.
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